Las políticas educativas llevadas adelante por el Estado generan serias y variadas polémicas, especialmente en relación con el eje central que sería la garantía y optimización de la educación en los sectores de mayores desigualdades de origen social.
Se debe focalizar esta realidad, fundamentalmente, en la inclusión o la exclusión de los alumnos de los sectores populares no sólo en la matriculación escolar, y su contención adentro de las escuelas, sino también en la apropiación o privación del conocimiento público, patrimonio cultural, científico y tecnológico que pertenece, como constructo del trabajo histórico de toda una sociedad, a todos los que la componen y no exclusivamente a sectores sociales privilegiados.
Este posicionamiento se torna de mayor profundidad si también entendemos educación como la “formación de una ciudadanía plena” en todos los aspectos de la vida humana, en contraposición con el de “vaciamiento” de la construcción y fortalecimiento de la misma.
En cuanto a esto, la preocupación se debe expresar, en forma explícita, en la progresiva existencia de circuitos pedagógicos diferenciados, que no sólo serían producto de las ofertas públicas o privadas, sino también de los contextos donde se hallan situados los servicios educativos, muchos de ellos sumergidos en la pobreza, que trae como correlato la desigualdad educativa.
De esta manera, todos los involucrados en el hecho educativo, debilitados también por la injusticia sectorial y las condiciones laborales, se deben enfrentar a un desafío cotidiano y conflictivo: lograr la socialización efectiva de los niños y jóvenes que les son confiados, en una sociedad donde el conocimiento permite la realización individual y colectiva y, a su vez, es factor para el ejercicio del poder.
Los trabajadores de la educación que se manifiestan comprometidos con una educación justa e igualitaria, concibiéndola como ámbito de lo público (es decir, común a todos y de todos), se hallan cotidianamente enfrentando arduas contradicciones, ante un Estado aparentemente indiferente y anestesiado, que no sólo no propone políticas públicas, sino que, profundizaría las diferencias, con reformas educativas cosméticas, que además de confusas y cíclicas, no se centran en la circulación más justa del conocimiento para instrumentar a todos los grupos sociales, en una realidad que se torna cada vez más exigente.
Detrás de discursos progresistas de diversos protagonistas referenciados a la educación, (no sólo funcionarios sino intelectuales, estudiosos de las teorías de la enseñanza, la didáctica, autores de libros sobre ella) podremos leer que muchas veces se ocultan concepciones conservadoras, en algunos casos hasta cercanas a la discriminación, funcionales en definitiva al “aparato productivo y a la cultura segregadora del poder”.
Al respecto del análisis del lenguaje que se emplea como representación ideológica, y ante la reiteración, en numerosísimos textos actuales que mencionan la frase:- “...este mundo globalizado”, resulta conveniente visualizar que en ellas no se suele profundizar al respecto de las “asimetrías económicas, sociales, políticas y culturales” debido a ajustes estructurales de orientación neoliberal : falencias identitarias, culturales y crisis de valores, que repercuten decisivamente en el campo educativo.
La vuelta a la democracia como corolario de las luchas populares, la decisión de políticas de descentralización, los nuevos paradigmas económicos, entre otras variables, exigen una formación específica para proponer nuevos espacios de acción y mayor preparación para los sectores populares
Se deben pensar alternativas que respondan a estos desafíos, para la comprensión y afianzamiento de concepciones democráticas, participativas, comprometidas, solidarias y tendientes al bien común.
Sólo a título de humildes ejemplos se mencionan:
* La interacción entre grupos sociales y organizaciones, con la inclusión de la escuela como protagonista de este accionar
* La formación docente para el análisis, el lanzamiento de propuestas, la apertura dialógica y el ejercicio de la negociación
* La búsqueda creativa de algunos puentes de comunicación entre ciudadanía y Estado
* El replanteo y enseñanza de las formas de participación política, concibiendo a ésta también en su carácter de Ciencia e íntimamente ligada a la ética social
* El refuerzo del sentido de identidad regional e integración en la realidad latinoamericana
Por todo lo mencionado resulta lógico pensar una educación en la que se pueda cumplir un rol decisivo en la circulación y apropiación de conocimientos y competencias indispensables para la construcción de justicia social.
Las teorías, los métodos y técnicas, la nueva concepción axiológica, deben entrar a la llamada “caja negra” de las aulas. Es en ellas donde los docentes de los sectores populares cumplen la función social de la enseñanza construyendo un estilo diferente de educar, con la vigencia permanente de la pregunta como posibilidad cognitiva y como característica esencial de la existencia humana.
Las posiciones de clases no pueden frenar las concepciones ideológicas, y no se puede desaprovechar la oportunidad de efectivizar la mayor de las revoluciones pensadas : la alfabetización y la construcción de conocimientos validados de nuestro pueblo.
Referencias bibliográficas: José Luis Rebellato, "Gramsci: transformación cultural y proyecto político", en Trabajo Social. José Luis Rebellato, "El marxismo de Gramsci y la nueva cultura", en Para comprender a Gramsci U N O M A S U N O un colectivo de estudiantes y docentes organizados en un movimiento de educadores populares. Freire Paulo, Pedagogía del Oprimido. FENSTERMACHER, Gary; SOLTIS, Jonas: Enfoques de la enseñanza. GIROUX, Henry (1990): Los profesores como intelectuales .
Se debe focalizar esta realidad, fundamentalmente, en la inclusión o la exclusión de los alumnos de los sectores populares no sólo en la matriculación escolar, y su contención adentro de las escuelas, sino también en la apropiación o privación del conocimiento público, patrimonio cultural, científico y tecnológico que pertenece, como constructo del trabajo histórico de toda una sociedad, a todos los que la componen y no exclusivamente a sectores sociales privilegiados.
Este posicionamiento se torna de mayor profundidad si también entendemos educación como la “formación de una ciudadanía plena” en todos los aspectos de la vida humana, en contraposición con el de “vaciamiento” de la construcción y fortalecimiento de la misma.
En cuanto a esto, la preocupación se debe expresar, en forma explícita, en la progresiva existencia de circuitos pedagógicos diferenciados, que no sólo serían producto de las ofertas públicas o privadas, sino también de los contextos donde se hallan situados los servicios educativos, muchos de ellos sumergidos en la pobreza, que trae como correlato la desigualdad educativa.
De esta manera, todos los involucrados en el hecho educativo, debilitados también por la injusticia sectorial y las condiciones laborales, se deben enfrentar a un desafío cotidiano y conflictivo: lograr la socialización efectiva de los niños y jóvenes que les son confiados, en una sociedad donde el conocimiento permite la realización individual y colectiva y, a su vez, es factor para el ejercicio del poder.
Los trabajadores de la educación que se manifiestan comprometidos con una educación justa e igualitaria, concibiéndola como ámbito de lo público (es decir, común a todos y de todos), se hallan cotidianamente enfrentando arduas contradicciones, ante un Estado aparentemente indiferente y anestesiado, que no sólo no propone políticas públicas, sino que, profundizaría las diferencias, con reformas educativas cosméticas, que además de confusas y cíclicas, no se centran en la circulación más justa del conocimiento para instrumentar a todos los grupos sociales, en una realidad que se torna cada vez más exigente.
Detrás de discursos progresistas de diversos protagonistas referenciados a la educación, (no sólo funcionarios sino intelectuales, estudiosos de las teorías de la enseñanza, la didáctica, autores de libros sobre ella) podremos leer que muchas veces se ocultan concepciones conservadoras, en algunos casos hasta cercanas a la discriminación, funcionales en definitiva al “aparato productivo y a la cultura segregadora del poder”.
Al respecto del análisis del lenguaje que se emplea como representación ideológica, y ante la reiteración, en numerosísimos textos actuales que mencionan la frase:- “...este mundo globalizado”, resulta conveniente visualizar que en ellas no se suele profundizar al respecto de las “asimetrías económicas, sociales, políticas y culturales” debido a ajustes estructurales de orientación neoliberal : falencias identitarias, culturales y crisis de valores, que repercuten decisivamente en el campo educativo.
La vuelta a la democracia como corolario de las luchas populares, la decisión de políticas de descentralización, los nuevos paradigmas económicos, entre otras variables, exigen una formación específica para proponer nuevos espacios de acción y mayor preparación para los sectores populares
Se deben pensar alternativas que respondan a estos desafíos, para la comprensión y afianzamiento de concepciones democráticas, participativas, comprometidas, solidarias y tendientes al bien común.
Sólo a título de humildes ejemplos se mencionan:
* La interacción entre grupos sociales y organizaciones, con la inclusión de la escuela como protagonista de este accionar
* La formación docente para el análisis, el lanzamiento de propuestas, la apertura dialógica y el ejercicio de la negociación
* La búsqueda creativa de algunos puentes de comunicación entre ciudadanía y Estado
* El replanteo y enseñanza de las formas de participación política, concibiendo a ésta también en su carácter de Ciencia e íntimamente ligada a la ética social
* El refuerzo del sentido de identidad regional e integración en la realidad latinoamericana
Por todo lo mencionado resulta lógico pensar una educación en la que se pueda cumplir un rol decisivo en la circulación y apropiación de conocimientos y competencias indispensables para la construcción de justicia social.
Las teorías, los métodos y técnicas, la nueva concepción axiológica, deben entrar a la llamada “caja negra” de las aulas. Es en ellas donde los docentes de los sectores populares cumplen la función social de la enseñanza construyendo un estilo diferente de educar, con la vigencia permanente de la pregunta como posibilidad cognitiva y como característica esencial de la existencia humana.
Las posiciones de clases no pueden frenar las concepciones ideológicas, y no se puede desaprovechar la oportunidad de efectivizar la mayor de las revoluciones pensadas : la alfabetización y la construcción de conocimientos validados de nuestro pueblo.
Referencias bibliográficas: José Luis Rebellato, "Gramsci: transformación cultural y proyecto político", en Trabajo Social. José Luis Rebellato, "El marxismo de Gramsci y la nueva cultura", en Para comprender a Gramsci U N O M A S U N O un colectivo de estudiantes y docentes organizados en un movimiento de educadores populares. Freire Paulo, Pedagogía del Oprimido. FENSTERMACHER, Gary; SOLTIS, Jonas: Enfoques de la enseñanza. GIROUX, Henry (1990): Los profesores como intelectuales .
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